miércoles, 5 de agosto de 2009

CLARÍN O PERÓN, SOJA O NACIÓN por Claudio Diaz

La Argentina Nacional viene de perder un partido muy importante con la Selección del Cipayaje.
Todavía estamos masticando la bronca de la derrota y analizando sus causas…
Los errores de estrategia y táctica cometidos por la conducción técnica; la torpeza, o necedad, de haber dejado en el banco a varios jugadores que, sabemos, eran mucho mejores (más nacionales queremos decir) que algunos que juegan para la platea.
Pero ya está. El resultado es inmodificable.
Eso sí: perdimos un partido y no el campeonato.
Y todavía vamos primeros, con la ventaja de tener suficiente tiempo para pensar muy bien cómo nos preparamos de aquí al 2011, cuando se juegue, ahí sí, la final-final.
En los 800 y pico de días que nos separan de esa fecha tenemos la obligación de entrenar duro y parejo para que ese choque decisivo lo juguemos con el alma del Proyecto Nacional.
El rival, que no es un adversario más sino el enemigo, nos conoce bien. Sabe de nuestro estilo de juego.
Conoce nuestros puntos flojos.
Y no duda en embarrar la cancha o en rompernos los tobillos cuando comprueba que salimos a hacer la nuestra: distribuir la pelota para que jueguen todos.
Para que quede claro: nosotros, el Club Atlético Juan Domingo Perón, seguimos siendo una asociación civil, un movimiento libre de la comunidad, que juega para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.
Pero hay otros, que cambian de nombre como de camiseta (un día son disidentes, otro son Pro), que trabajaron todo este tiempo para privatizarnos y convertirnos en una sociedad anónima, tal como ocurrió con los equipos históricos de las grandes ligas europeas.
Tenemos que estar doblemente atentos porque en realidad hay dos rivales a los que enfrentar.
Primero hay que empezar por casa.
Porque cuando llegue la hora de armar la lista de buena fe de la que saldrá el equipo del 2011, los intermediarios nos van a querer arrimar, a derecha e izquierda, a un montón de troncos que dicen jugar por amor a la camiseta peronista y van para atrás.
Ya están reapareciendo…
Desvergonzados, impresentables, más quemados que un pollo al spiedo.
Arreglaron partidos toda su vida, nos pincharon la pelota, se falopearon para ver si rendían más peronísticamente en la cancha…
Son tan desfachatados que ahora le piden a la FIFA que nos haga el control antidoping a nosotros…
Estos cretinos juegan para el enemigo.
Desde la concentración, a través de llamados telefónicos, arreglan la entrega con nuestros enemigos.
-¿Cuánto hay si vamos para atrás…?.
Y se abren de gambas para dejar que nos peloteen y perdamos como en Cancha Rayada…
Por supuesto que la Argentina Nacional ya sabe quién es su rival.
Lo enfrentó varias veces y, si bien perdió en la mayoría de ellas, también supo ganarle en jornadas heroicas, como la de octubre de 1945.
El Imperio Mundial, nuestro enemigo histórico, con el paso del tiempo lógicamente fue cambiando de entrenadores y jugadores.
Y también de táctica y casaca, aunque nosotros, como buenos perros que somos, los reconocemos de sólo olfatearlos.
Hoy juega con la de Clarín.
No estamos diciendo que los poderes mundiales (económico-financieros, políticos, mediático-culturales y de inteligencia) instalados en Buenos Aires se retiraron a cuarteles de invierno, sino que en este momento juegan con otro plantel.
Nos enfrentamos con Clarín porque hoy el conflicto entre el Ser o no ser pasa a dirimirse a través de los medios de comunicación, que han venido a reemplazar la bayoneta de los ejércitos locales o foráneos que en otro momento aseguraron el vasallaje impuesto por los poderes económicos.
Existe todavía, cómo que no, un modelo de sometimiento que se ejerce a través de la violencia.
Ahí están los casos de Irak o Palestina como ejemplo.
Pero es indudable que el poder mundial avanzó hacia formas de dominio menos crueles, sin tanto derramamiento de sangre, más limpias y asépticas, aunque igual de repugnantes.
Porque es la colonización de la opinión lo que prevalece en el nuevo escenario.
Clarín tiene muchas caras distintas.
La de Van der Kooy, la de Julio Blanck, la de Nelson Castro, la de Morales Solá, la de Tenembaum…
Diferentes rostros, multifacéticos, que sin embargo responden a la misma cabeza directriz: la de los que nos aplastaron en el 55 y en el 76.
En esa suerte de carnaval ideológico que promueve el Grupo, ahora mismo se suma la careta de Jorge Castro, que ha llegado al laboratorio del Doctor Magnetto con la misión de alentar el modelo que hoy representa el Gran Diario: la sojización de la Argentina.
Castro es el embajador del soy power (el poder de la soja) que pretende convertir a la Argentina en un gran espacio verde, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, para dedicarnos nada más que a preparar la comida para los chanchos y pollos que, a su vez, son el alimento de los miles de millones de trabajadores de China y el Sudeste asiático que agachan el lomo en las fábricas de las corporaciones multinacionales.
¿Sembrar soja y nada más?
Sí, porque es lo que dicta el Mercado Mundialista, del que Jorge Castro da cuenta todos los sábados y domingos en el Suplemento Rural y en la edición dominical de Clarín respectivamente.
No más fábricas, no más la posibilidad soberana de construir nuestros propios aviones, barcos, coches, locomotoras y vagones, como impulsó Perón.
No más movilidad social y, por lo tanto, no más un movimiento obrero fuerte que participe en las grandes decisiones nacionales.
De allí el culto que los medios hoy le rinden a los Gordos, a los independientes y a los Barrionuevo contra el compromiso y la coherencia de Hugo Moyano y la CGT .
Este poder es el que viene haciendo lobby para crear un Triángulo de las Bermudas en el que se hunda la Argentina, con eje en la Pampa Húmeda bonaerense, Santa Fe y Córdoba, con capital en Rosario.
Por eso, más a la derecha o más a la izquierda, la Mediocracia apunta a construir las candidaturas de personajes como Carlos Reutemann o Hermes Binner.
Este es el partido del 2011… Soja o Nación… Es paísito factoría, forrajería, góndola de supermercado global, colonia perfumada de cuarta…
O industria y conocimiento, sindicalismo fuerte y dinámico, inteligencia nacional y pueblo orgulloso de su destino.
Son ellos o nosotros. Y si en el 45 fue Braden o Perón, en el nuevo siglo es Clarín o Perón.
Porque el siniestro Grupo es el embajador del poder mundial.
Y nosotros, si queremos seguir siendo lo que somos, a esta guerra la ganamos con el único general posible: Perón.

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