sábado, 3 de octubre de 2009

No hay realidad, hay discurso

Por Antonio Leandro Morzone

Heidegger decía que el lenguaje es la morada del ser y el hombre su pastor. Hoy en día la morada de la realidad son los Medios de comunicación, es en ellos donde se busca la realidad y la verdad. Pero la realidad son los hechos que al ser contados pasan a ser interpretaciones o relatos, nunca ya algo desinteresado y/o totalmente concreto. Estos relatos que brindan los medios masivos (diarios, libros, revistas, radios, tv, etc) al publico se convierten en este en discurso. Es decir un hecho acontecido se convierte en una interpretación (subjetiva) en los medios de comunicación y finalmente esta se vuelve discurso en los consumidores de los medios. Ahora bien, lo magnifico de este proceso es que se va gestando una reducción del acontecimiento o hecho. En este proceso de reducción de los hechos no solo se reduce su complejidad sino también sus significados. Es el simplismo la receta de los medios masivos para reducir complejos hechos a interpretaciones que son en apariencia de sentido común, ejemplo magistral de simplismo reduccionista fue la exhibición de Bernardo Neustads rompiendo un teléfono y preguntándose “¿Acá dónde esta la soberanía? A mi me dijeron que estaba acá, yo no la veo”, “magistral” Bernardo buscando la soberanía dentro de un cacharro de teléfono. Nunca hubo tan grande exhibición de estupidez y simplismo mas inteligentemente planteado que en ese alegato contra el estado y el nacionalismo.
Los medios masivos venden sus interpretaciones de hechos, que ellos seleccionan y luego interpretan según su óptica; es decir su ideología, intereses, compromisos, etc.
Es decir los medios piensan e interpretan según les conviene, pero la clave de las interpretaciones que ellos realizan es que estas se conviertan en discurso, o mejor dicho suman a la continuidad del discurso. Cuando se ve una seguidilla de victimas de asalto por televisión, no es fácil recordar quienes eran las victimas ni de donde ni cuando paso, incluso quizás ni siquiera retenemos bien lo sucedido, pero algo si nos queda claro y es que hay peligro e inseguridad. A partir de allí es de donde se alimenta el discurso por que sino se muere, en el discurso no hay hechos ni nombres ni lugares concretos. En el discurso no hay pensamiento crítico ni reflexión, tampoco hay particularidad ni espacio ni tiempo. No hay racionalidad alguna en el discurso pero si hay moraleja y esto es muy importante, en el discurso hay moraleja y en esta anida el interés del medio. Cuando vemos esos relatos de asaltos y robos, ya se vio que nos queda la inseguridad pero también los medios nos procuran la moraleja o bien dejarnos claro quien es el malo o el bueno del cuento según convenga, por ejemplo luego de ver una seguidilla de espantosos sucesos e impactados por la sensación de inseguridad(que alimenta el discurso al en el que viven inmersos los consumidores) los medios iran y le preguntaran al Ministro de seguridad ¿que esta haciendo al respecto el ante la situación?. Y si el ministro no es agraciado para los medios, luego de finalizar sus palabras inmediatamente veremos a alguna otra victima reclamarle desde algún lado del país al gobierno que haga algo contra la inseguridad, estonces el mensaje quedara claro; “el ministro les dijo que estaba trabajando pero les mintió por que miren a esta victima le robaron de nuevo”. “El ministro miente, la justicia miente, todos mientes menos nosotros que somos independientes y te decimos la verdad” esta parece ser una de las moralejas preferidas por lo grandes medios. La moraleja que se desprende del relato es finalmente que el gobierno no hace nada (por ejemplo), y el discurso es ese río turbio que todo los días se le agrega mugre, mas mugre y que funciona como una suerte de martillo con el que los medios golpean a aquellos que les interesa aplastar. Por que en el discurso viven todos los males y pestes o todas las dichas y grandezas, y es en “la moraleja” que nos dan los medios donde encontramos a los responsables de estas.
Los consumidores de medios viven en el discurso que estos le ofrecen, en el caso de nuestro país el discurso es sospechosamente negativo por momentos y positivo en otros. Pero “nuestra” continuidad discursiva histórica en si misma, forjada en gran medida por la historiografia liberal, es muy negativa y auto denigratoria. Este discurso más que el discurso de una nación, es el alegato con el cual los imperios del siglo XIX y XX colonizaban, invadían y arrasaban según sus necesidades a otras naciones.
Juan Perón decía que la labor de un gobierno consistía en un 50% hacer feliz al pueblo (por que un pueblo feliz se encaminaba al desarrollo) y el otro 50% a engrandecer la Nación. Hoy los gobiernos pueden engrandecer la Nación o no, pero la felicidad del pueblo depende del discurso en el que se vive. Actualmente en nuestro país, quien quiera realmente encausar definitivamente la Nacion en la senda del desarrollo debe!!..debe!! Disputar la continuidad discursiva imperante, y en esto es el discurso nacionalista (de paz, de hermandad y de defensa de los intereses de la nación) el que sofoca la autodenigración, el que quita la vergüenza, el dolor, el que verdaderamente insta a no defeccionar y a sentirse felizmente orgulloso de ser Argentino. Por que hay voluntad de ir por más en esta tierra de Argentinos, pero esa fuerza que quiere cada vez mas nunca termina de aplicarse de modo efectivo y finalmente fracasa. Pero este fracaso es transitorio, por que el fallo esta en que esa voluntad que quiere ser cada vez más, más debe primero quererse así misma.
Interesadamente nos han impuesto desde hace décadas o siglos un discurso que no nos deja valorarnos. Este discurso imperante funciona como un cúmulo de circunstancias que una vez establecidas(a capricho puro) como reales, se terminan lógicamente haciendo real através de sus consecuencias. Por lo que hay que cambiar el discurso para poder cambiar la realidad, por que si nos conformamos con los hechos y las acciones sin disputar la continuidad discursiva, estaremos nadando contra la corriente. Es el discurso el río en el que vivimos inmersos, depende de nosotros en que aguas queremos vivir y hacia donde queremos ir. Quien se resigna a no pelear el discurso esta entregando la disputa (aun cuando engrandezca la nación) por la efímera satisfacción de ganar alguna que otra batalla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Perdón, pero al leer las 20 verdades peronistas me encuentro con que ustedes parece que desconocen que en 1973 la sexta fue cambiada por "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino".