jueves, 17 de septiembre de 2009

A MEDIO TIEMPO DE HACER HISTORIA

Sean eternos los laureles Por Jorge Giles de El Argentino

¿Dónde queda la luz sino en tus ojos, libertad?
¿Dónde están Rodolfo Walsh y Paco Urondo y dónde Mariano Moreno y Juana Azurduy arengando al gauchaje a levantar la frente?
¿Estarán por aquí, en el recinto y en la calle, indivisibles con su pueblo?
¿Vendrán a celebrar con nosotros este paso que ellos nos legaron?

La media sanción del Proyecto de Ley de Comunicaciones enciende un faro de luz en la democracia. La ensancha. La libera. La profundiza.
Todos van a poder hablar desde ahora y para siempre. Se terminaron los miedos y los privilegios.
Televisión, radio y diarios para todos y de todos.

La vecina que se indigna con el precio de la carne, el laburante por su salario, el médico que reclama por la salita del barrio, la arquitecta que tiene un proyecto para embellecer un paseo y una plaza, hablarán. Hablarán por fin y para siempre.
No hago otra cosa que pensar en ti, cantará Serrat. Gracias a la vida que me ha dado tanto, por la Negra Sosa. Sur, paredón y después, por Adriana Varela. Pedro canoero, cantará Teresa Parodi. Cacerolas de teflón, por Ignacio Copani.
Como se verá, nos domina la emoción y la alegría en este día, más que todos los días. Es preferible que sean ellas las que nos dominen, cuando ayer vimos antiguos luchadores del campo popular devenidos diputados, arrojándose cenizas sobre su propia historia, bastardeando la memoria de quienes cayeron víctimas de la dictadura, inaugurando con su voto la dignidad perdida.
No habrá excusa que valga para justificar tanto deshonor. Prefirieron un “perfecto” decreto ley de la dictadura, antes que un “imperfecto” proyecto de la democracia. Defendieron a un monopolio y sus oscuros intereses, poniéndole bisagras a sus rodillas.
Prefirieron ponerse del lado de los carceleros de la palabra y no de los prisioneros.

Cuando la historia quiso que se abrieran las puertas del presidio para liberarnos, sin vergüenza alguna, pidieron tiempo para pensarlo.
Son prisioneros por propia opción, desvergonzadamente.
La oposición, con su conducta desertora, se ubicó en el lado oscuro de la luna.
Ayer 16 de septiembre, con su deserción del recinto, celebró el golpe contra el Gobierno popular de Juan Perón, mientras la mayoría de los diputados, rindió homenaje con su presencia, a los pibes de la Noche de los Lápices.
Nos ponemos de pie. Están haciendo la Historia.
Todo es antológico en estos días. El valor de Cristina, de un lado.
Las tapas de Clarín, las editoriales de Morales Solá, los impúdicos almuerzos televisivos, del otro.

Pero la metáfora del absurdo es el triste movilero de TN afirmando que la Presidenta logró estirar la agenda de las Naciones Unidas, del G20 y la Cumbre de América Latina y África, a fin de impedir que Cobos dirija la sesión del Senado.

¿Tanto poder tiene Cristina para incidir en la agenda de la ONU?
Esta agenda internacional está pautada y publicada desde mucho antes de saberse esta circunstancia parlamentaria.
La hora de la estupidez está llegando a su fin. Y la pretensión de tomar por estúpidos a esta sociedad, también se termina.
Somos libres, entonces. Libres de los poderosos, de los estúpidos y de la estupidez.
La oposición de derecha legitimó con su presencia en el debate, la sesión histórica de ayer. Pero a la hora de votar dijeron que se iban por que era ilegítima

¿En qué quedamos? ¿Es legítima para debatir pero no para votar?
Es la misma lógica perversa de llamar legítimo al Congreso para defender un interés patronal pero ilegítimo para defender las leyes de la democracia.
Ayer ganó la democracia y con ella, la inteligencia, el buen gusto, ganó la belleza contra la fealdad, la transparencia contra el secreto, las voces contra el silencio.
A veces, cuando se vota una ley se deroga otra. Es este el caso.
Ayer, la oposición de derecha no quiso derogar un decreto ley de la dictadura. Desertaron nuevamente.
La democracia, que es tan generosa, los invitará igual a festejar juntos el nacimiento de esta histórica Ley.

¡Al gran pueblo argentino, salud!

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